Por Gonzalo Benito Zamora
Si. Porque hay forma de hacerlo y hacerlo bien.
La regulación del desarrollo acuícola en Tierra del Fuego es una discusión que comenzó a darse nuevamente. Algunos pensarán que ese es un tema cerrado, ya definido por la sociedad. Pero las palabras del empresario más importante de Tierra del Fuego, Rubén Cherñajovsky, el domingo pasado y que este medio replicó casi al instante, reavivaron la conversación. Así que, por lo pronto, hayan querido algunos o no, el tema se empieza a debatir otra vez. La provincia está en una encrucijada donde el desarrollo económico y la preservación ambiental deben encontrar un equilibrio que permita avanzar sin sacrificar nuestro patrimonio natural.
Cherñajovsky, dueño de Newsan, dijo el domingo pasado que estaba trabajando para modificar la Ley 1355 que prohíbe en aguas jurisdiccionales lacustres y marítimas de la Provincia toda actividad de cultivo y producción de salmónidos. Resulta evidente que su intención es llevar adelante una gran inversión, a través del Fondo de Ampliación de la Matriz Productiva (FAMP), para iniciar una producción de gran escala. Punto. No dio más precisiones. No dijo ni con quién estaba haciendo las gestiones, ni el monto que tiene previsto invertir, ni plazos, ni modalidades. Nada. Tampoco se lo preguntaron.
Para quien suscribe no hay dudas. Un tipo como Cherñajovsky sólo puede estar hablando con una persona. Un empresario de semejante tamaño no habla con todo el mundo, ni mantiene reuniones con un legislador, un concejal o algo así. Si no es con Gustavo Melella, ¿con quién sino? Es el Gobernador, aunque Rubén sea “el amo y señor de Tierra del Fuego”.
Desarrollo y sustentabilidad
El mar abierto y, especialmente, el Canal Beagle deben ser intocables. Los riesgos que conlleva la salmonicultura en mar abierto son demasiado altos. El estudio "Análisis de la acuicultura de salmónidos intensiva de gran escala en el Canal Beagle como estrategia para el desarrollo de Tierra del Fuego" de los investigadores Juan Ignacio García, Carolina Hernández y Silvina Romano es claro al respecto: la experiencia chilena en la región de Magallanes ha sido devastadora en términos ambientales y sanitarios. La eutrofización del agua, la transmisión de enfermedades a la fauna silvestre, el uso desmedido de antibióticos y las fugas masivas de salmones son solo algunos de los problemas que podrían replicarse en nuestras aguas. El análisis deja en evidencia que, aunque en una primera instancia la inversión en acuicultura intensiva en el Canal Beagle sería importante, las consecuencias ulteriores serían desastrosas para el ambiente, y para otras actividades productivas.
Ahora bien, las declaraciones del empresario fueron tan quirúrgicas, tan claramente pensadas, que no se puede deducir que su intención sea instalar jaulas en el Canal Beagle. Quizás su atención esté puesta en otro sector de la provincia. ¿Es posible desarrollar acuicultura en la zona norte de la provincia? Si fuera posible, ¿la ciudadanía de Río Grande sería tan intensamente opositora o su vínculo con el desarrollo productivo es más amplio que el de los ushuaienses amantes de lo prístino?
De todas formas, un debate más constructivo, sería no oponerse a la acuicultura en su totalidad. Este martes en “el delivery” el biólogo Mariano Spinedi del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), explicó con mucha claridad que existen alternativas viables y sostenibles para llevar adelante esta actividad. El científico detalló que existen “los sistemas de recirculación en tierra firme”, que son mucho más beneficiosos “porque los nutrientes que se pierden los podemos reclamar”. En otras palabras, los sistemas de recirculación “permiten juntar el lodo generado y utilizarlo como fertilizante agrícola o para generar biogás, buscando una economía circular en las producciones y no una economía lineal que cause impacto”.
Spinedi también resaltó como beneficio que “los sistemas de recirculación y las jaulas tienen costos similares, pero con ventaja en tierra porque no se necesita un barco para llevar el alimento o para cosechar los peces. Todo está bajo un control estricto en tierra, con ventajas productivas y de certificación ambiental que busca el consumidor. La tecnología avanzada nos permite competir con otros mercados. Los costos hoy por hoy son similares y en tierra podemos controlar todo, con una certificación ambiental más favorable”.
Además, abren las puertas a mercados exigentes como el europeo, donde los consumidores valoran cada vez más los productos amigables con el ambiente.
La Ley 1355, que limita la producción a 50 toneladas anuales, es un obstáculo que no podemos ignorar. Esta restricción impide pensar en grandes inversiones y desarrollo a escala industrial. “Las especies de alto valor comercial, como el salmón, la trucha o el pez limón, requieren unidades mínimas rentables que van de 3.000 a 10.000 toneladas por año. En tierra, una producción de 10.000 toneladas se puede hacer en 15 hectáreas de superficie, siendo competitivo y sustentable”, agregó el responsable del Programa de Manicultura del INIDEP.
La fragilidad de la provincia, constantemente atacada por su régimen de promoción industrial, no puede ser subestimada. El régimen de promoción, con 50 años de existencia, ha tenido un costo significativo para el equilibrio fiscal de la Nación y aún no ha logrado desplegar el motor productivo fueguino como se esperaba. Ya no alcanza con sostener la defensa de la Ley 19640 únicamente desde la perspectiva de la soberanía y la presencia en el territorio. Es imperativo convertir a Tierra del Fuego en un polo de desarrollo pesquero, energético y turístico.
¿Salmoneras, sí?
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