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LE TOCA AL TURISMO HACER EL ESFUERZO QUE YA HAN HECHO LOS FUEGUINOS


Por Gonzalo Benito Zamora


Ya no resulta llamativo ver cómo operan. La ecuación es siempre la misma: cuando el Estado contrata vuelos charter para traer turistas, los empresarios del sector celebran; cuando el Estado establece políticas de incentivo, a través de cuantiosas cifras económicas, para que el turismo recupere lo que la Pandemia destruyó. Ahí sí se celebra. Con cautela, no sea cosa que el Estado se avive que el interés en él es solo succionarle la sangre.


Cada vez que el Estado, ya sea municipal, provincial o nacional, puso dinero en la economía, generó inversiones o programas de fomento al turismo, que (¡Hello!) significan cifras millonarias de inversión, el sector se vio profundamente beneficiado. ¿Por qué ahora no puede decidir la creación de un ente, el alcance del mismo y el cobro de un derecho de uso a los turistas? Si ni siquiera la van a pagar los empresarios turísticos ¿el problema es realmente ese cobro o, en realidad, lo que no quieren es que les toquen la guita que manejan en el Ushuaia Bureau?


En Tierra del Fuego, al menos desde el Gobernador Ernesto Manuel Campos, hubo fuertísimas inversiones públicas para beneficiar al turismo. Hoteles, hosterías, caminos, vuelos, ampliaciones logísticas, todo eso se hace con la guita pública. La tuya, la mía y la de todos. Pero los beneficios no se distribuyen de la misma manera. No, señor. Hay quienes se la llevan en grandes cantidades.


Miren el caso de Oscar Rubinos, por ejemplo. Empresario hotelero. Hombre que rondará los cincuenta años. Su familia arrancó con el hotel Cap Polonio hace unos 32 años. En algún momento él se hizo cargo de su administración, y desde entonces (con gran capacidad seguramente) su papel en el sector hotelero no para de expandirse. Junto con el Grupo Albatros logró crecer y hacerse de una buena cantidad de emprendimientos. De todos ellos, algunos son de hecho propiedad pública: El hotel Canal Beagle (recientemente adjudicado), el hotel Las Lengas (propiedad de la caja de jubilaciones) y el hotel Albatros (que da nombre al grupo empresario). Con esa empresa poseen además la explotación del Tren del Fin del Mundo y emprendimientos gastronómicos como el Bar de Pizzas.


¡Sí que trae beneficios el Estado! Más aún si se ocupan cargos públicos en simultáneo.


Quizás una de las obras más emblemáticas del fenómeno “el Estado que todo lo da, pero que nada debe exigir” es la obra del Centro Comercial a Cielo Abierto de la calle San Martín. Allí donde están los negocios de los más acaudalados. Desde la intersección de esa arteria con Juan Manuel de Rosas y 25 de mayo, el turismo puede disfrutar de un espacio sin autos estacionados, sin cables que impiden ver el cielo, con hermosas luces y cestos de basura. Y ¡la hermosa y bendita casualidad! Muchos de los emprendimientos turísticos mencionados antes están dentro de esas cuadras. ¿Cuánto se valorizaron esas propiedades luego de semejante obra?


Y para colmo el Estado Municipal prevé tomar un crédito para seguir ampliando ese centro comercial y, además, replicar uno similar sobre la calle Kuanip. Y todo eso lo vamos a pagar los ciudadanos. Se paga con la nuestra, con la que nos cuesta generar todos los días. ¿Tan jodido es que se pueda pensar un esquema en el que los turistas europeos, asiáticos y norteamericanos, que gastan FORTUNAS, en ir de paseo a una estancia en camionetas 4x4, comer un guiso, hacer kayak y volver en barco, paguen unos pocos dólares justamente para que la actividad siga creciendo?


Es extraño que el sector turístico, que durante años literalmente puso al secretario o secretaria del área municipal, o a quien preside el INFUETUR, plantee que el Estado está tomando decisiones perjudiciales o cosas semejantes, si la política turística prácticamente la han manejado ellos en los últimos 30 años.


Volviendo el inicio, quizás el problema es que la guita la quieran seguir manejando ellos, los empresarios del sector. Pero ¿alguien sabe cómo la manejaron? ¿Qué dice la Sindicatura Municipal? No pensarán que un viaje a Brasil con unos folletos y un pingüino sirve para rendir dineros públicos, ¿verdad?

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