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¿GANAR O TENER RAZÓN?

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  • 30 jun
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun

*Por Gonzalo Benito Zamora


Frente a la elección de medio término en Tierra del Fuego, el peronismo y las fuerzas del campo popular vuelven a enfrentarse a la disyuntiva entre unidad o fragmentación. En política, especialmente en momentos críticos, no se trata únicamente de tener razón, sino de ganar.

 

La reciente experiencia debería haber bastado como advertencia. Las grietas internas dentro de las fuerzas progresistas han fortalecido posiciones opuestas más que enriquecido el debate interno. La Libertad Avanza, fuerza política liderada por Javier Milei, aprovecha precisamente esta división, sin necesidad de propuestas profundas, capitalizando el desencanto generalizado con una dirigencia percibida como distante. Mientras tanto, algunos sectores continúan priorizando discursos puristas, olvidando que el electorado espera soluciones concretas.

 

En este contexto, es crucial entender qué está en juego. Milei avanzó contra el subrégimen de promoción industrial de Tierra del Fuego, anunciando que desde enero de 2026 los aranceles a la importación de celulares serán del 0%, amenazando directamente el modelo económico que sostiene alrededor de mil empleos directos en la provincia. A nivel laboral, Tierra del Fuego sufre de igual manera que el resto del país: pérdida de puestos de trabajo y aumento del cuentapropismo y la informalidad.

 

En materia de consumo, las familias cada día se endeudan más para poder comprar en almacenes y supermercados.

 

Además, las políticas del gobierno nacional evidencian sumisión ante potencias extranjeras, especialmente visibles en la actitud respecto a las Islas Malvinas y nuestra proyección hacia el Atlántico Sur. Milei incluso llegó al extremo de proponer que sean los propios habitantes de las islas, usurpadores del territorio argentino, quienes decidan sobre la soberanía nacional, alineándose claramente con intereses los intereses británicos. A eso se suma el fuerte alineamiento con Estados Unidos y los rumores de gestión conjunta de una base naval en Ushuaia.

 

Ante esta realidad, resulta inexplicable que la unidad sea aún un debate pendiente entre los dirigentes del peronismo fueguino. La proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, conductora natural del movimiento popular, tras un claro entramado político-judicial-mediático, marcó un punto de inflexión para las fuerzas progresistas nacionales. Frente a ello, diversas vertientes del campo popular dejaron de lado sus egos para organizarse detrás de banderas comunes. ¿Por qué esta actitud no se refleja plenamente en Tierra del Fuego?

 

Es importante señalar que durante los días posteriores a la condena contra Cristina se realizaron reuniones clave en la sede central del Partido Justicialista. Participaron figuras importantes como el gobernador Gustavo Melella y el intendente de Ushuaia, Walter Vuoto. Sin embargo, Martín Perez, intendente de Río Grande, aunque invitado, no asistió. Tampoco su agrupación política participó en el acto de respaldo realizado en Ushuaia ni en la campaña nacional "Argentina con Cristina". Incluso Axel Kicillof, quien mantiene notorias diferencias con la vicepresidenta, mostró un compromiso mayor.

 

La dispersión es un lujo que el campo popular no puede permitirse. Tierra del Fuego requiere que sus dirigentes se sienten a dialogar, dejando de lado personalismos. Esta renuncia no implica diluir identidades, sino entender que, en determinados contextos históricos, la unidad es una estrategia pragmática indispensable para asegurar victorias electorales.

 

En la mayoría de las cuestiones fundamentales como la defensa del subrégimen, la educación gratuita, la salud pública y un modelo productivo inclusivo, los dirigentes peronistas y progresistas de Tierra del Fuego mantienen coincidencias esenciales. Entonces, ¿qué impide establecer una amplia unidad frente a las elecciones legislativas?

 

Este debate interpela directamente a quienes prefieren mantener posturas rígidas desde análisis intelectuales o críticas abstractas. Frente a la pregunta decisiva: ¿Preferís ganar o tener razón?, deberán demostrar si están comprometidos con un proyecto político transformador o si buscan sostener posiciones que, en la práctica, solo benefician aventuras personales y profundizan las divisiones.

 

Las elecciones de medio término son más que un recambio legislativo; son una prueba clave sobre la capacidad real del peronismo y sus aliados para interpretar el momento político y ofrecer respuestas concretas. La comunidad fueguina exige menos retórica y más capacidad de acuerdo y acción política.

 

La política no espera a quienes se aferran a certezas individuales. Demanda coraje, pragmatismo y visión estratégica. Es hora de que los dirigentes entiendan que ganar implica asumir colectivamente la responsabilidad histórica frente a Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

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